condensado en el sol fulgente de mis pupilas sus ojos soberbios me agujerearon como si me hubiese disuelto en el humo de mi mentolado, y con un cosquilleo que me arañaba la figura y de por medio el ardor de mi retina cuando encontraba la suya, mis pies siguen la ola de movimiento y olfato que conducen a mi cuerpo - an
onimo- hacia su figura impasible y casi glacial. El todavia sigue sin percibir la audiencia de mi figura separada por centimetros de la suya, asi que sostengo mi cuerpo en puntas de pies para llegar a la altura de su boca, cuando llego ahí me afano en que surja un roce con sus labios de mucha quietud... no pasará naranja, me reta mi voce interna.
Y ya sumisa y docil, tan solo rodeo con mis brazos al hombre de madera rojiza y abundante sosiego.. ¡Un manique!
30 abr 2010
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